viernes, 15 de mayo de 2009

Alfareros del ser

Desde el descubrimiento de las tierras de América por parte de los europeos hasta la instauración definitiva de los regímenes coloniales, el americano fue tan ignorado como oprimido y destruido. Al americano se lo observo desde muchas perspectivas, pero todas ellas europeas; se los juzgo por su apariencia, por su conducta y por sus valores culturales, por su puesto sin siquiera conocerlos. Pero, ¿por qué es que se los trato de esta manera?, ¿por qué se los llegó a odiar o a amar si jamás nadie se digno a examinar un poco las diferencias culturales que se evidenciaban? Quizás las respuestas puedan reflejarse en la mirada de Cristóbal Colón, el primer europeo que llegó a estas tierras, y en las consideraciones de Bartolomé de las Casas sobre el nativo, y sobre la conquista cristiana que se hizo de este “nuevo mundo”.
El viaje de Colón tenía fundamentalmente dos grandes objetivos: convertir a los indios al catolicismo y extraer de estas tierras tanto oro y demás riquezas como fuera posible. Según sus Relaciones de viajes, al llegar nuestro almirante se encontró con gente muy simple, amigable, pacífica y servicial, pero también pobre, desprotegida y con una vida falta de “evolución”, según su propio parecer. Quizás también eran un tanto inocentes, ya que creyeron en él y su gente como venidos del cielo y no dudaron un momento en demostrarles toda su hospitalidad y su respeto. Será que no conocían de malas intenciones, como afirma Las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, al describir a los americanos como gente humilde, sin odio, sin maldad, y con una plena obediencia a sus señores naturales y también a los cristianos a los que de muy buena voluntad servían. Ambos consideraban a los nativos como gente buena, pero no se interesaron mucho en conocerlos, sino que se encaminaron en la labor del buen cristiano y se propusieron darles a conocer al verdadero Dios, a través de la religión universal, expandida desde occidente. Tanto Colón como Las Casas entendían que el aborigen era una persona a la que muy fácilmente se le podría educar en la fe cristiana ya que eran dóciles y de muy buen entender.
En el caso de Colón dejó bastante claro en sus crónicas que su meta principal el la consecución del oro, dejando atrás sus propósitos de evangelización, sobre la dio firmes malos ejemplos llevándose a España unas cuantas muestras gratis de esta tan agradable gente.
Por su parte, Las Casas sólo habla de los potenciales cristianos que son los americanos y las infernales obras de los españoles que optaron por la conquista, por la vía violenta y el hurto de riquezas, en desmedro de su otra misión, la de la conversión de los nativos. Claro está que en ningún momento se evidencia ese amor que se dice Las Casas tenía por los americanos, ya que si los amara no buscaría someterlos a tal alteración de sus vida espiritual; no se puede amar o defender lo que no se conoce. Lo único que Las Casas defiende es la imagen del catolicismo. Claramente ignora la identidad del americano, y no lo respeta mas que sus torturadores, ya que atentar contra integridad física del hombre, aún significando su muerte, no es en definitiva un acto peor al de imponerle al otro una identidad que le es ajena, una vida, una forma de pensar y actuar que no le pertenece y que no tiene que ver con él; es como matarlo y usar su cuerpo y su mente para crear a alguien nuevo, alguien aceptable para la cultura occidental y exento de la condición de inferioridad que se le atribuía por su estado primitivo (según Europa).
Cristóbal Colón y Bartolomé de las Casas demostraron que Europa, mas allá de las masacres que efectuó, tenía claro el cómo tratar a quien fuese diferente, al otro: debe ser igual a mí o no ser nada. Al otro se lo construyó desde afuera, desde la costa, sin mayores intenciones que usarlo para beneficio propio. Quizás jugando el papel de Dios se pretendió darle la forma adecuada, cual alfarero da forma al barro según el lo desee.

Una tenue luz que apunta al futuro

Los jóvenes detenidos en los institutos de menores del complejo de Bower, gozan de beneficios exclusivos por su condición. Pueden obtener salidas transitorias, asistir a un colegio fuera de las instalaciones carcelariasy son intocables para los guardiacárceles.
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Córdoba, Arg. - Por día, en promedio, ingresan dos jóvenes a cada uno de los institutos, destinados a albergar a chicos de diferente edad y situación legal. De esta manera se intenta que los menores internos no aprendan, ni se familiaricen aún más con el mundo del crimen. De manera permanente funciona un gabinete psicológico, que brinda asistencia al menor hasta un año después de su liberación. Pero aún así pareciera ser insuficiente para la gran cantidad de chicos que reinciden en la delincuencia y retornan con sus viejos compañeros.
En base al análisis de un equipo de psicólogos y trabajadores sociales, sobre su condición legal, familiar y ambiental, el juzgado de menores de la provincia designará a cada nuevo presidiario el instituto que será su hogar durante el periodo de condena.
Los guardias externos, o en ocasiones policías, acompañan a los jóvenes a la escuela, al hospital, a un centro psiquiátrico en casos particulares y hasta a las visitas familiares que realiza algún interno a su hogar con autorización exclusiva del juzgado. Las visitas familiares son dos veces a la semana, y sólo pueden concurrir los padres. Demás familiares y amigos, necesitan autorización de la justicia.
Por las mañanas los jóvenes internos acuden a los talleres de carpintería, herrería y huerta, a cargo del gobierno provincial. Quienes están autorizados van al Colegio Ilqueren, exclusivo para jóvenes con problemas legales, situado en las proximidades de la Terminal de ómnibus de Córdoba.
Los conflictos son poco frecuentes, y la relación con los guardias internos es relativamente buena. Los llaman "maestros" dado que sólo están allí para cuidarlos y no pueden ejercer violencia contra ellos. Por esto mismo estudian técnicas de reducción y manejo sin dejar marcas en el Colegio de Penitenciaria. Son cerca de 25 guardias para cuidar a más de 150 chicos.
Según su condición judicial y su conducta los internos pueden acceder a salidas transitorias quincenales sin supervisación durante los fines de semana. Si cumplen correctamente los plazos para su regreso y no tienen peleas con otros internos, el juzgado de menores les otorga salidas semanales. Si no regresan el domingo por la noche, son considerados en fuga y se da aviso a la policía y al poder judicial. Pero el viaje hacia el complejo Bower no es sencillo: un solo transporte se dirige hasta allá y su frecuencia es escasa. El paso siguiente son las salidas extendidas, de varios meses, debiendo presentarse en el juzgado cada dos semanas. De no cumplirse son buscados por la policía.
Al momento de la liberación definitiva, son dados en custodia a sus padres o a algún familiar o conocido, ya que no siempre la familia posee los medios para mantener y contener a un menor de estas características. Muchos de ellos consideran a su instituto como su hogar, ya que están allí casi por voluntad propia hasta los 21 años cuando son trasladados a la cárcel de adultos de Bower, donde no hay concesiones ni beneficios especiales.
Contrariamente a los que se piensa, los menores no poseen grandes obstáculos para reinsertarse en la sociedad y conseguir un empleo. Muchos jóvenes liberados han conseguido empleo a través del Programa Primer Paso. Los casos de reincidencia son sobre todo por conflictos de su entorno.

Construyendo el futuro de otros

Al llegar a su casa, ya pasado el mediodía, lo ví descender, y bajar su pesado bolso, del taxi que lo traía de la terminal de ómnibus. Esta escena se repite cada ocho días, cuando llega a Córdoba después de cuatro días de extenso trabajo. Raúl Arce, un vecino de barrio Matienzo, es recibido por tres de sus cuatro hijos y su esposa. Su hija mayor esta cuidando a sus dos hijos en la casa que comparte con su abuela.
Con 50 años a cuestas artrosis y siendo el pilar de la economía de todo el entorno familiar, Raúl viaja cada ocho días hasta Bell Ville. El hotel Italia es prácticamente su segundo hogar. Desde allí debe dirigirse a su lugar de trabajo, en las cercanías de Monte Leña, una localidad situada a 20 Km. Durante doce horas combina labores de oficina con tareas forzosas, en una planta desde donde se controlan y regulan los oleoductos de una de las empresas petroleras más importantes del mundo. Si bien su forma de pensar entra en conflicto a veces con la ideología de su empresa, Raúl no piensa abandonar su trabajo, porque si sino no podría brindarle a sus hijos lo que para él es lo más importante y a lo que no pudo acceder totalmente cuando era joven: formación profesional.
Sus ganancias deben repartirse, no sólo en su hogar, sino también en “la otra casa”, donde ahora viven su suegra y la familia de su hija. Allí mismo residió él también durante 17 años, desde que se casó con Laura y hasta que pudo, con mucho esfuerzo, acceder al sueño de la casa propia. En la misma casa donde vio crecer a sus hijos, hoy ve las travesuras de su nieto Lautaro y los primeros pasos de su nieta Magali.
Al pasar sólo cuatro días con su familia, los vínculos se resienten y la convivencia por momentos se vuelve conflictiva. Durante cuatro días el padre de familia está ausente y a veces puede apreciarse que la costumbre vence de a poco la angustia. En muchas ocasiones, les han preguntado a sus hijos si sus padres eran separados, a lo que cada vez han tenido que explicar porqué su padre esta lejos, y cómo es su modalidad de trabajo.
Faltan sólo cinco años para su jubilación, por tratarse de un trabajo de riesgo. Aún así, lo realiza con las mismas ganas del primer día, en su primer empleo, en Catastro. Las posibilidades y comodidades que sus padres no le pudieron brindar, son las que el le brinda a sus hijos, para que puedan realizar su futuro sin obstáculos ni impedimentos.

Identidades vivas

Córdoba, Arg. - De la mano de Perro Records Producciones, la Vieja Usina albergó el pasado 25 de Agosto una propuesta diferente. No hubo ningún grupo de cuarteto, ni se presentó algún programa de teatro alternativo. Una sección del recinto, delimitada por una media sombra, se transformó en una exposición multimedia, donde el cine y la música se conjugaron en un fuerte grito en repudio del pasado y el presente de nuestro país.
El público llegó al lugar, al espectáculo “Paisano Vivo” grabado en diferentes presentaciones del disco “Hey Paisano” durante el 2006, pero se encontró, además, con un claro mensaje que no sorprendió a los seguidores del cantante nacido en la localidad santiagueña de Farias. La apertura del evento estuvo a cargo del grupo local Inti Huayra, que con un excelente trabajo de vientos, trajo la esencia del noroeste argentino a los espectadores. Uno de sus últimos temas evidencio su compromiso con las comunidades nativas y campesinas que se ven desplazadas por el auge de la soja. “Si aquí hay un patrimonio, este no será el mío” cantaba la voz que representaba al hombre de la tierra.
Momentos más tarde subió al escenario una cantante de perfil humilde, acompañada por un tambor de coplas y una guitarra. Verónica Condomi, es una hija del dolor; su padre, músico, desaparecido en la última dictadura militar. El tinte de su canto correspondió con el sentido común: le cantó a su padre, y al dolor que le causan las heridas aún abiertas de nuestra historia.
Cerca de la hora cero, comenzó a proyectarse en una pantalla gigante un fragmento de un documental sobre la realidad de los campesinos, principalmente de Santiago del Estero, sobre la amenaza a sus tierras y su resistente lucha. Su directora es Leticia Herrera, a quien luego Raly agradeció en nombre de todos los santiagueños y “argentinos hijos de la tierra”.
Se apagaron las luces, y se encendió una tenue luz, que mostró la figura de Raly, que abrió su espectáculo interpretando “Una mujer”. La gente se puso de pie, y recibió con aplausos y gritos al músico radicado en Córdoba. Su banda subió al escenario para tocar la primera chacarera de la noche, “La Rafa Touriño”. El aplauso se deshizo para que iniciara el baile. Una seguidilla de chacareras obligó a la danza al pie del escenario, entre bailarines improvisados y otros no tanto.
Varias vueltas y zapateos después, “Ey Paisano” causó el segundo griterío de la noche. Acto seguido, otro fragmento del documental de Leticia Herrero desvió la mirada del público. “Oye Marcos”, “Solo tus ojos”, “La estrella azul”, son los temas con los que Raly retornó al escenario.
La música folclórica dio lugar, más tarde, a una versión rock de “Hasta siempre”, la popular canción homenaje de Raly Barrionuevo para el “Che” Guevara. Posteriormente, un número instrumental le permitió a cada músico, guitarrista, bajista y baterista, demostrar su gran talento, por el cual el cantante santiagueño los escogió para su banda.
Los decibeles bajaron y la agitación se tornó melancolía. Sólo una guitarra acompañó a Raly a la hora de las zambas y las canciones más tranquilas. Manuel Orellana, del Dúo Presagio, fue el invitado en “Donde se gesta el amor”.Raly invitó al escenario a Verónica Condomi, Emiliano Zerbini y Manuel Orellana, que junto a los miembros de su banda interpretaron “Somos nosotros”. Los aplausos y gritos no bastaron, para que el público expresara su fervor y agradecimiento a los músicos en escena. El cierre del espectáculo, lo encontró a Raly sólo con su armónica para interpretar nuevamente “Oye Marcos”. Sobre el final de tema, se sumó su banda, para culminar una noche más que especial para los fieles seguidores del joven de Frias, y para los amantes del folclore en general. La paisanada está viva y se hace escuchar.

Puente de Fuego hacia la verdad

Crónica para Redacción Profesional VI (coproducida con Nicolás Marín)
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Esperar hasta el 21 de Junio a que se reanudara el proceso judicial podía significar el crecimiento del temor y la angustia.
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El Tribunal, presidido por José María Roca e integrado por los vocales Sergio Garzón y Miguel Ángel Prino, a cargo de la causa Puente de Fuego de la Cámara en lo Correccional y Criminal de Bell Ville, estaba a punto de declarar un cuarto intermedio para esta fecha, cuando Carlos Figueroa, abogado defensor de Vanesa Payero y Betiana Zapata, pronunció las sorpresivas palabras que le darían un giro de 180º al proceso: “Las imputadas quieren declarar”.
Jorge Luís González, ex policía de la División Antisecuestros de la Federal y dueño del cabaret Puente de Fuego, y Valeria Calderón, quien en un primer momento se decía concubina de González, y a quien daba como padre de su hija, están acusados de los delitos de tenencia de armas de fuego de uso civil (una escopeta calibre 12,70 y una carabina calibre 22) y tenencia de arma de guerra (un FAL calibre 7,62). Además, junto a Payero y Zapata, son imputados por promoción de la prostitución calificada reiterada, privación ilegítima de la libertad calificada y reducción a la servidumbre. Esta causa se abrió luego de que el Dr. Rodolfo Luís Bosco dio a conocer a la justicia el estado de salud de Sandra Amaya, quien hacia sólo unas horas, se había escapado del prostíbulo. “Estaba hipotensa, con cuatro de mínima y ocho de máxima de tensión. Estaba sucia, anémica, deshidratada, desnutrida y presentaba una herida seria en la región frontal (cuya infección produjo parásitos)”.
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El inicio del terror
Según se desprende del expediente judicial sobre el caso, Sandra trabajaba en la feria ganadera de Wilver, en Justiniano Posse, cuando se le presentó Jorge Luis González (37) y le ofreció 200 pesos para cocinar y mantener la limpieza de su cabaret Puente de Fuego, en Inriville (a 320 Km. de la ciudad de Córdoba). Ni bien llegó, Don Jorge (así lo llamaban todas las chicas) le avisó que no iba a ser una empleada doméstica. “Vas a trabajar de prostituta”, le gritó con voz fuerte. El pasado de Sandra es lo que la diferencia del resto de las chicas, quienes desde muy pequeñas se iniciaron en la prostitución y llegaron a Puente de Fuego vendidas por unos pocos billetes.
Payero declaró que en su segunda noche en el burdel, Sandra hizo llamar a la policía, lo cual desató la ira de González, quien la golpeo y la obligó a Vanesa a esposarla a una cama. Además, confesó que le pegaba y que le quemaba el cuerpo con cigarrillos. “Él me obligó a hacerlo, me decía que yo tenía dos chicos hermosos y que él los conocía” sostuvo justificándose. Lo más espeluznante de su narración se produjo cuando afirmó que Sandra -o Maru, su nombre de fantasía- trabajó una o dos semanas y “el resto del tiempo estuvo encerrada en la cueva”, un pozo de tres metros cubierto con una chapa, donde sólo había una reposera y un caño al cual era esposada. De hecho, pasó allí más de un mes luego de su llegada, y los últimos diez días que estuvo en el lugar. En el expediente figura que Vanesa le introduce un palo en el ano a Sandra. Esta parte del abominable testimonio de la víctima fue negado por Payero. “Yo lo que recuerdo es que estaba muy mal y que en la cueva alucinaba”, agregó la imputada.Uno de los efectos de este giro en el proceso, fue la renuncia del abogado defensor de los principales acusados, Horacio Balieani, al iniciarse la siguiente audiencia, el día 21 de Julio. Después de que varios letrados rechazaran la propuesta, se designó a Sandro Ferrero y José Maggi para defender a González y a Calderón respectivamente. Por esto mismo, se pasó a un nuevo cuarto intermedio para los días 5 y 6 de Julio.
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Las declaraciones
La víctima y principal testigo de la causa, se expresó de manera cruda, pero temerosa: “Don Jorge me mojaba y metía electricidad con cables pelados en los pechos”. “Me pegaban y se reían”, “Me vendaron los ojos, orinaban y defecaban en mi boca”, “Vanesa era la que me metió el palo en el culo”, en alusión a los imputados. Más allá de las palabras su mejor testimonio fue su cuerpo malherido y su mente atormentada. El llanto desconsolado invadió a Sandra. Su estado de ánimo era tan deprimente que el abogado de Calderón, quien iba a formular una pregunta retrocedió y dijo que renunciaba a la misma. Ya nadie se animaba a profundizar en el interrogatorio. Sergio González Achával, representante promiscuo de las menores víctimas, había reclamado casi a los gritos que estuvo presente en la pericia psicológica realizada a Sandra. “No pueden revictimizarla”, rogó.
Para esta sesión, la defensa de Calderón decidió cambiar rotundamente de estrategia: ubicarse como víctima y hacer de González el “villano de la película”. “Pido perdón porque todo lo hice contra mi voluntad, tenía miedo de que me quitara a mi hija, que me la prostituyera”. Según el testimonio de Calderón, el ex policía González le pegaba y amenazaba, desmintiendo sus dichos iniciales de que era su concubina y el padre de su hija.
La acusada destacó también la complicidad de la Policía, en especial de unos tales “Ledesma y Rodríguez”, a quienes González les pagaba e invitaba a comer asados. Otro policía cuya integridad estuvo en juego durante toda la audiencia, fue el comisario inspector Audisio, quien semanalmente realizaba inspecciones al cabaret “Puente de Fuego” de Inriville y nunca informó sobre la presencia de menores en el lugar. Esta vinculación con las fuerzas de seguridad ya había sido denunciada por Vanesa Payero. Por otro lado, el encargado de la Sub- comisaría de Irriville, Marcelo Inamorato, aseguró desconocer que se ejercía la prostitución en Puente de Fuego.
Calderón además afirmó que era la única que tenía la libertad de salir del cabaret. Sin embargo, el testimonio del remisero que trabajaba con los clientes, Eduardo Delamata, sostuvo que las prostitutas iban al pueblo varias veces por semana.
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Tribunal a cielo abierto
La última audiencia tuvo como escenario al lupanar, situado a siete kilómetros de Irriville por ruta 12, hacia Marcos Juárez. Hace dos años que las instalaciones se encontraban abandonadas. Al ingresar al lugar Payero y Zapata entraron en llanto. Sin emitir valoraciones, el tribunal se dirigió hacia la cueva. Muy cerca de la misma, una huella de puma evidenciaba en peligro al que Sandra estaba expuesta, del cual pudo escapar con vida el 30 de Noviembre del año 2004, tres meses después de comenzado su infierno.
El haber estado diez días sin comer, fue para Sandra el motivo de su salvación. Había adelgazado tanto que pudo con un poco de esfuerzo sacar sus manos de las esposas. Ni su terrible estado de salud, tanto física como mental, ni el río que debió cruzar fueron obstáculos en su desesperada carrera de ocho kilómetros hacia la libertad. Divisó a un hombre en un tractor y hacia allí se dirigió, era el despertar de su pesadilla. En una escena digna de una película de terror, Pedro Preguitti, de 71 años, escuchó la voz de Sandra a sus espaldas y fue al darse vuelta que la vio: una figura tambaleante y sucia. “¿Qué sos un chico o una chica?” preguntó al no reconocer lo que veía. “Una chica, me escapé del cabaret” atinó a decir Sandra. “Tengo mucha hambre, hace diez días que no como” agregó antes de caer desmallada. Media hora más tarde los hijos de Preguitti llamaron a la policía y esta increíble secuencia de aberraciones llegaba a su fin. Sandra había protagonizado un verdadero milagro, dentro una historia que ni el propio Marqués de Sade podría haber imaginado.

jueves, 14 de mayo de 2009

De la utilización al desamparo

El trabajo en situación de encierro, no es sólo un derecho fundamental como para cualquier ser humano, sino además, es un excelente medio para pasar el tiempo, crecer como persona y prepararse para regresar a vida sociolaboral sin inconvenientes. Pero en el penal San Martín, de la ciudad de Córdoba, Argentina, el régimen de trabajo, a raíz de un motín, fue de mal en peor.

Previamente al motín ocurrido en el establecimiento penitenciario N° 2, el régimen laboral no contemplaba las garantías exigidas en la Ley de Ejecución Penal. Sólo había puestos para 300 internos y los horarios de trabajo iban de 10 a 40 horas semanales con una paga bajísima. Este sector privilegiado, de entre los más de 1600 reclusos, estaba a cargo de las tareas relacionadas al funcionamiento del establecimiento (limpieza, mantenimiento, etc.) y a la atención de empleados, guardias y directivos de la penitenciaria. Otros, realizaban labores como, por ejemplo, panadería y fabricación de pastas. En la mayoría de los casos Pero todo esto acabo luego del motín ocurrido en febrero del 2005.
Para prevenir la adquisición de elementos punzantes y la fabricación de armas caseras, se cerraron todos los talleres y se suspendieron las tareas de los trabajadores del penal. Los controles aumentaron y se encrudeció el trato de los guardiacárceles.
Raúl, un ex policía encarcelado en San Martín, declaró a La Mañana de Córdoba, que de haberse generalizado el motín entre todos los internos, podrían haber accedido a la cocina y a los talleres. "Del pabellón nuestro no se plegó nadie (…), fijate que en nuestro sector está la fábrica de pastas y de ahí se podrían haber sacado elementos punzantes, lo mismo que de la cocina o la cantina" explicó Raúl.
La destrucción de las instalaciones fue casi total, por lo que llevaría tiempo acondicionar los talleres y reorganizar el funcionamiento del establecimiento. El 29 de Marzo del 2005, el Ministerio de Seguridad publicó una gacetilla de prensa que afirmaba que "Se están tratando de reconstruir los talleres y el espacio; en este mes y medio se ha reconstruido todo lo que había quedado inutilizado detrás del motín y estamos generando las condiciones para que los internos puedan desarrollar las mismas actividades que anteriormente realizaban. Hoy el Penal está normalizado totalmente". Esta normalización será sólo respecto de la agenda política del Gobierno Provincial, porque en interior del la penitenciaria la situación no ha cambiado demasiado desde las promesas del gobernador.

Versiones americanas de un sentir universal

Artículo producido para la cátedra Historia de la Cultura II (2006)
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El mayor problema de toda la historia de la humanidad siempre ha sido, y siempre será, la dominación del hombre sobre el hombre. Ni aún con las más puras intenciones de instaurar en determinadas regiones del mundo lo que podríamos llamar “igualdad social” y “representatividad política de los gobernados” (como requisito de cualquier sistema de gobierno), no sería esto más que un primer paso, limitado territorialmente, hacia una imposibilidad humana más que demostrada a lo largo de la historia; ojalá esté yo en un error, pero hasta es difícil que la más elaborada y creativa ficción pueda esbozar siquiera tan anhelada situación. Pero es lo que todo pueblo desea profundamente y lo que todo gobernante dispuesto a escuchar a su gente debe perseguir. Es lo que se halla inscripto en la fisonomía humana en general, independientemente de la geografía que lo contenga. Aún así, sus expresiones, manifestaciones y reflejos si pertenecen a un lugar, si le son propios a un pueblo en particular, y de allí la discursiva de sus líderes y de allí la manera en estos les responden; y de allí su historia.
En América Latina pueden encontrarse algunos intentos por lograr algo similar a esta igualdad, presentados desde los discursos de quienes los encabezaron, tanto a nivel de países, como de regímenes de gobierno. Sólo rescataré aquí tres de ellos y los problemas que, según sus líderes expresaban en sus apariciones públicas, obstaculizaron la consecución de este lejano y monumental objetivo. Por un lado, las palabras de Yrigoyen y Perón. Por el otro, la discursiva del “Che” Guevara.
Hipólito Yrigoyen, encontraba en el propio sistema de gobierno de la Argentina, en la realidad social que caracterizaba al país en aquel tiempo y hasta en la prensa, las causas del caos, de la confusión que le molestaba a la hora de llevar adelante su Reparación. Para esto, le hablaba al pueblo de cómo debía ser el pueblo, mediante convicciones, que transmitía como verdades absolutas (sólo propias quizás), con las que justificaba férreamente las cualidades de su Unión Cívica Radical en pleno proceso de gestación. Más allá de sus intenciones particulares, se escuchaba al pueblo, mediante la voz de Yrigoyen, pedir por cambios, por una realidad mejor, por ser lo que desde hacía mucho se suponía que fuese.
Por su parte, Juan Domingo Perón, denunciaba trabas tanto dentro como fuera de la Argentina a la hora de avanzar hacia su Justicia Social. En realidad, Perón advertía una “guerra psicológica organizada y dirigida desde el exterior, con agentes en lo interno”. Por esto mismo es que pedía al pueblo su apoyo para “combatir a los malos argentinos y para combatir también a los malos peronistas (…) el apoyo que nos pueda llevar a una depuración de la República y a una depuración de nuestras propias fuerzas”. Para convocar al pueblo, parece haber pretendido aprovechar su cualidad de no-erudito para explicarle a la gente con palabras comunes y entendibles lo que debían saber, aunque en ningún momento menciona en sus discursos de donde extraía las verdades que tanto defiende y anuncia. El pueblo hacia sentir que no deseaba seguir sufriendo y que temía la injusticia con que se movía y aún se mueve el mundo liberal.
Finalmente, el Che encuentra sus problemas en el ámbito internacional. Hablaba de una lucha contra las potencias imperialistas, pero una lucha popular, en base al sacrificio de obreros y campesinos, y al estudio, el trabajo y la movilización de los jóvenes. Pero no sólo se refirió a los intentos occidentales de acabar con el socialismo en todo el mundo, sino que también tuvo la suficiente capacidad de liderazgo como para buscar obstáculos también en la trama interna de la configuración de la sociedad cubana. En este marco es que evidenció el sectarismo como una enfermedad que causaba tanto el retraso en el desarrollo social e ideológico, como el distanciamiento entre la dirigencia y las masas, de manera tal que “desorientados por el fenómeno del sectarismo, no alcanzábamos a recibir la voz del pueblo, que es la voz más sabia y más orientada”. A consecuencia de esto, planteaba el análisis y la redefinición de los organismos del estado, ya que por el desconocimiento de la dialéctica que mueve a las masas, se limitaban sólo a dar directivas y no recibían nada de las bases. La clase dirigente se había encerrado en la causa social, pero había dejado afuera a la sociedad, a la que les pidió apoyo, trabajo y dedicación al desarrollo y la defensa del país: “el estudio, el trabajo y el fusil” era la consigna para los Jóvenes Comunistas. No se dirigía a la gente desde el intelecto, sino desde el compromiso con la causa revolucionaria que hermanaba a casi toda la isla, que demostraba su anhelo de que la revolución por la que lucharon, sufrieron y resistieron no acabara en una debacle política, económica y social.Entre agentes internos y presiones o bloqueos externos, es que algunos de los aires de una suerte de igualdad (implícita en la doctrina socialista en el caso de Cuba) que corrían por este continente, se atenuaron o desviaron su rumbo hacia la igualdad de los pocos de arriba. Aún así, la utopía sigue latente, sigue escrita en la tierra, de puño y letra del pueblo, hasta que algún dirigente observe el suelo, la vea, la entienda y la lleve a instancias tales como las aquí se mencionan, con mayor o menor representatividad, con mayor o menor compromiso.